Toda Argentina está pendiente del partido del año. Ni hablar los comercios que aprovechan este poderoso evento aglutinador de emociones.
Sí tribuna. Hay que pasar a octavos y es la hora de que Messi aparezca y tape bocas.
Todo eso junto me dio como resultado un comentario deportivo ad hoc que, sin fernet mediante (“Quién se ha tomado todo el vodka” dijo la matrioska…), me llevó al Cucú de Villa Carlos Paz y a los alfajores La Quinta.
La Quinta es la marca más popular del tradicional alfajor cordobés (como si fuera chocolate Del Turista de Bariloche). Lleva 45 años (el cucú tenía menos de 10 fuera del nido) en calle Sarmiento, pleno centro viejo de Villa Carlos Paz. Desde hace 20 años, está frente al Cucú y el año pasado inauguró un espacio de 1200 m2 con cafetería y pastelería que en estos días mostraba una pantalla led con el mensaje que todos quieren ver:

Y del cucú pasamos al pito de San Petersburgo que está por sonar en menos de 2 horas.
No puedo obviar decir algo sobre el 10. Repito lo que postée en mi Face personal después del malogrado penal a Islandia y el pésimo partido contra Croacia:
¿Es humano?. Por supuesto!!!, pero COBRA como si no lo fuera, o sea, un precio descomunal, como si garantizara al menos 10 goles mundialistas por encima del resto.
Entonces me pregunto:
¿Por qué habría que «perdonarle» que desde el arranque de un partido decisivo agache o se agarre la cabeza en evidente gesto de molestia, depre o lo que sea que le pase en su vida personal?.
Por Messi y CÍA recordé cuánta razón tenía mi viejo (yo creía que exageraba) al describir ciertas realidades…
“Son unos farabutes”, decía en su crudo lunfardo sobre los jugadores de la selección argentina (al menos de los últimos 5 mundiales).
Comparaba el fútbol con el boxeo, deporte del que según él, mucho tenían que aprender los “pecho frío” de los botines.
Me contó 30 veces que Firpo (el “toro salvaje de las pampas” nacido en Junín), el que de una trompada sacó a Dempsey del ring en Nueva York, viajó de polizón en un barco carguero y comía puchero en el entrenamiento para la «pelea del siglo».
Aquellos eran campeones que lo daban todo sin medir los sacrificios. Como el Mono Gatica, que de humilde lustrabotas llegó a ídolo máximo porque, entre otras cosas, seguía peleando como un tigre hasta con el maxilar fracturado. Mientras los jugadores de fútbol, seguía explicando mi viejo, si no van con todos los chiches (ej. el Airbus VIP con asientos cama y catering personalizado del team Sampaoli) o si se les encarna una uña, no salen ni a la cancha.
No quiero imaginar lo que opinaría hoy mi viejo de “Messi deprimido”, el mismo que gana millones incalculables como si fuera de otra galaxia pero se anula ante cualquier defensa cerrada y acumula 6 partidos mundialistas sin convertir…
Y de mi viejo paso “Me la jugué porque sabía que mi vieja me estaba mirando, porque Argentina me estaba mirando”, dijo el Diego exigiendo que pongan lo que pone la madre del cucú villero:
Al menos eso, demostrar que se rompen por honrar la historia de una camiseta y a la gente de todo un país (incluyendo su propia familia) que vive el fútbol como su mayor pasión colectiva.
CONCLUSIÓN:
¿Querías algún análisis bilardista?. ¿Creíste que era una nota de marketing digital y te encontraste con un bicho analógico?. Bue… no sigas buscando ni pidas el VAR porque no lo tiene. Como dijo el señor que sacaba la foto a los turistas ávidos por más gracias del pajarraco: “Es lo que hay”
Esperemos que hoy sea su hora…
https://www.youtube.com/watch?v=NXzfRLPey1Y