Ella hubiera querido que contara esto. O quizás no. Es cierto. En eso no nos parecíamos en nada…
 

 
 
Los creyentes en biodescodificación dirán incluso que se enfermó justo ahí donde el callarse te pasa factura.
De todos modos, esa maldita cosa (por algo antes ni se nombraba) al final le iba a terminar ganando. Aunque no fue fácil para ninguna de las dos. Ambas lucharon cuerpo a cuerpo durante casi año y medio.

La primera conclusión que puedo sacar es que aún sin poder extirpar ni hacerse ningún tratamiento convencional, vivió más del tiempo promedio que suele dar la puta ama. ¿Pero cuál es el tiempo?. ¿Quién puede decir con certeza qué y cuándo nos va a suceder?. Tal cuestión es lo que da pie a esta nota-dedicatoria…
 

Al principio todo hacía prever que nos pasaría una aplanadora por encima. Diagnóstico tardío, errores de “interpretación” de estudios, mala praxis y un par de personajes que hablaron desde el manual del Dr. Cureta. Porque los hechos demostraron que no supieron (o no quisieron). Algún día contaré detalles a los fines de que la experiencia sirva a quien se encuentre atravesando un trance similar, para que puedan abrir los ojos ante los que se aprovechan de su vulnerabilidad y/o bolsillo. Lo haré porque como siempre, tengo pruebas en papeles, además de audios de cuando prendía mi celular sin que se dieran cuenta.
Como adelanto digo que por suerte (o training) los huelo de lejos. Los más de 14 años que trabajé entre médicos no fueron en vano. Y por eso, cuando hubo que “reperfilar” todo el abordaje de la situación, no me tembló el pulso. Decidí cada uno de los cambios que hubo que hacer y la búsqueda de cuanta opción estaba a nuestro alcance para salvarla del final que le habían decretado impunemente para el pasado 20 de febrero. Según un cirujano de Clínica Centro, mami estaba “toda tomada” (metástasis), con todos los órganos pegados por cómo había crecido ese tumor irresecable. Y era mentira. El mismo que después dijo haber hecho una cirugía que nunca hizo. “Errores” imperdonables. Y que no tiene que ver con Junín o Buenos Aires. Tampoco con la condición o ámbito social del paciente. Hasta Marina Borensztein cuenta en su libro “Enfermé para sanar” que los médicos ni le miraron el informe de una mamo y se comieron un BIRADS 4 o se excusaban de sus pifiadas por ser amigos de la familia… Pelotudos hay en todos lados.
En fin, jamás me quedo con una sola palabra. Mucho menos cuando la realidad se la lleva puesta. Por eso hoy, a dos días de la dolorosa partida física de Ana, quiero dejar ese capítulo para después y terminar este 31 dando las GRACIAS.

GRACIAS a su gastroenterólogo Dr. Federico Marcaccio

Se estará enterando ahora que cada vez que le comentaba a alguien sobre su labor como especialista súper preparado, lo resumía como un auténtico sir inglés: correcto, educado, preciso, prudente. Siempre dando tranquilidad y confianza, acompañando su idoneidad con empatía, respeto y consideración, haciendo un seguimiento no sólo de la evolución clínica sino de su (y nuestro) ánimo en los momentos más duros. Fue una bendición haber llegado a él después del tortuoso “pasamanos” sin respuestas ni trato a la altura que veníamos padeciendo. La diferencia fue muy concreta: cuando uno había asegurado que «no se podía» hacer más, este profesional no sólo pudo sino que dos veces (stent biliar y otro duodenal), lo cual le significó a mami nada más y nada menos que los 10 meses de sobrevida que tuvo. Traduciendo, puedo decir que Gracias a Marcaccio, pude tenerla en otro cumpleaños, disfrutando sus chocolates preferidos que le traje cada vez que viajé a capital en el invierno, en otro Día de la Madre e incluso en el último brindis de Navidad. El valor de eso no tiene dimensión. Y merece reconocimiento eterno.

GRACIAS a su médico de cabecera Dr. Marcos Jaureguizar

Un tipo práctico que coordinó, como debe ser, cada acción con el resto del equipo, que nos explicó cada duda con simplicidad y sinceridad y nos apoyó en las instancias más críticas. Además, detalle no menor, de atender el teléfono hasta los domingos a la tarde, cuando el anterior no tenía ni WhatsApp para que no lo “molestaran”…  (una falta de respeto, compromiso y responsabilidad).

GRACIAS  a su médica de cuidados paliativos Dra. Ileana Goñi

Desde el primer día entendimos por qué la habían recomendado como la mejor en lo suyo. Para mami fue casi como un ángel al que incluso quería ver cada día. “Vino mi doctora!” decía esperando sus besos y abrazos, con una expresión de felicidad y gratitud que no se me borrará en la vida.

Sin este verdadero equipo de profesionales, con amplitud de criterio y don de gente, no hubiera sido posible reescribir la historia que nos quisieron contar al principio.
 

Estos médicos que pudimos elegir fueron lo opuesto a lo que «nos tocó» ante la urgencia de los hechos en el lugar donde «capita» PAMI. Porque, aunque sea lamentable, muchos no entienden lo más básico: que somos seres completos (cuerpo-mente-espíritu) y complejos, por lo tanto ningún ser es igual a otro, ni todos los organismos reaccionan del mismo modo. Tal vez ejercen desde el reduccionismo que aprenden en la facultad donde no hay mirada holística, donde no se contempla la psiquis ni el estilo de vida ni ningún factor que “escape” a la cuadratura de la ciencia alopática. Y no me cansaré de repetir lo vital que fue poder dejar a un costado a esos «profesionales» para los cuales el paciente es un número más en la lista o con un pronóstico sacado de meras estadísticas de manual.
Sigo…

GRACIAS a la oncóloga Dra. Fernanda Parenti

Si bien mami no pudo hacerse quimio (y al final tampoco lo hubiera querido), ella estuvo siempre atenta ante la posibilidad. Es más, nos contactó con el Hospital Udaondo para tener los resultados necesarios con mayor celeridad y exactitud. Y lo más importante, pese a que como dije, mami no inició las sesiones, Fernanda estuvo al tanto de la evolución durante 3 meses.  

GRACIAS al personal del CMC, Centro Médico de Cirugía de Famyl

Desde su anfitriona Laura Tomino (que nos hizo sentir súper cómodas las tres veces que pasamos por la internación ambulatoria), hasta los técnicos de quirófano y las chicas de recepción. Todos amables y bien dispuestos, aparte, claro, de la efectividad demostrada en la tarea.
 
GRACIAS a Vivi y Marta que la cuidaron tanto en la clínica como en su casa, a la enfermera Raquel que nos salvó en varias con increíble resolución, a la internación domiciliaria de Icono y al personal de la ambulancia de Intermed por su correcta intervención ante las demandas.
GRACIAS a los familiares y amigos que estuvieron siempre cerca para acompañar, ayudar con algún mandado y hasta pasar data de los “yuyos” para los tratamientos alternativos que yo me encargaba de «recetar»… Y a Florencia, por acercarnos un universo de recursos para el sostén espiritual.
GRACIAS a los almacenes como Cultivarte y La Cabaña de Ataliva Roca, donde me asesoraron sobre un sinfín de productos naturales (como el famoso té de moringa) y a los fruteros del barrio, que hasta me consiguieron las hojas frescas de graviola peruana.

GRACIAS a todos ellos mamá pasó de estar desahuciada el 20 de febrero a llegar lúcida, con admirable fortaleza y apego a la vida hasta el 29 de diciembre.
 

GRACIAS al universo porque este difícil 2019 concluye con su alma en paz viajando a una dimensión de luz. Desde allí, seguro seguirá guiando a esta hija que se queda con «culpa». Es que ella se re bancó la más jodida y yo me quejo hasta de la presbicia…
Y por supuesto…

GRACIAS a mi mamá, que en medio de la gran desgracia de su enfermedad me dejó un tremendo aprendizaje para el resto del camino…

 
 
 

Mix

Etiquetado en:

, ,